Mercedes Morales contacto: merxemorales@hotmail.com

miércoles, 1 de octubre de 2014

Platos de otoño

Para estar en armonía con el otoño, tomar  raíces profundas, picante natural,  coles, judías blancas y arroz integral mantiene en buen estado nuestros pulmones e intestino grueso.

Esperando ver explosionar el otoño, desde este  largo verano que nunca acaba, hoy me he decidido a  escribir sobre la alimentación más adecuada a esta estación por miedo a que nos sorprenda el invierno sin haber hecho transición alguna.

Es cierto que las hojas de algunos árboles han ido cayendo. Florecen plantas que no debieran y las temperaturas no bajan de los 20 grados. Aún hay quien niega el cambio climático?

Las farmacias dicen que están recetando más analgésicos que nunca porque este calor contenido provoca molestos dolores de cabeza y a la vez abatimiento entre la población. La Tierra se contradice en su rotación sobre el sol.

Lo cierto es que no apetece nada tomar un estofado otoñal sino seguir alternando platos tibios con las ensaladas de verano. Mi comida hoy ha sido una ensalada de brotes verdes y rúcula a la mostaza y un estofado tibio de judías blancas con alga hiziki. Platos de otoño pero apetecibles.

Como sea,  nos hemos de preparar orgánicamente para navegar por la energía del otoño. Porque, pese al calor, es otoño y su energía descendente está fuera y ha cambiado las tonalidades verdes de la naturaleza a naranjas, amarillos y dorados.

Nutrir la energía del otoño es cocinar para mejorar el estado de nuestro sistema respiratorio, a través del cual eliminamos el mayor porcentaje  de toxinas que acumulamos en nuestro cuerpo.

Cuando hay un desequilibrio en pulmones tenemos frecuentes resfriados, la respiración es dificultosa y la mayoría de veces acumulamos mocos en la nariz y sus conductos.

Las harinas refinadas (en forma de panes, galletas, bollos….) y los lácteos son dos de los productos que más perjudican a los pulmones por contribuir a la formación  de mucosidades, pero también los horneados secos. Y le siguen los huevos, la carne, el azúcar y el chocolate.
Por el contrario, podemos nutrir bien unos pulmones con el cereal del otoño, el arroz integral, con  judías blancas,  soja negra y raíces como la bardana, la zanahoria y las cebollas.

Son también beneficiosas las hojas verdes pequeñas como el perejil, la rúcula, los berros y toda la familia de las coles (no hay sino que observar la similitud entre la naturaleza de los bronquios y las ramitas de una coliflor).

Favorece a los pulmones el sabor picante natural del jengibre y la mostaza, los rábanitos y el vinagre de arroz y los métodos de cocción más adecuados son los salteados largos y el nishime.

En cuanto a platos, es momento de tomar arroz salteado con verduras, judías blancas con alga hiziki, estofado de soja negra, manzana al horno o salteado de brócoli y raíz de loto.
Las cocinaremos aquí en los días que vienen, me acompañas…








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miércoles, 13 de agosto de 2014

Aditivos en los Helados


Posibles sustancias cancerígenas,  aditivos considerados “a evitar” y otros  ante los que tener precaución, entre los ingredientes de  los helados industriales que habitualmente  consumen las familias de cualquier parte del mundo. ¿Cómo encontrar un helado con todas las garantías?  ¿Buscar producciones artesanales o preferir los helados caseros?

Los helados no son tan inocentes como parecen, la mitad de sus ingredientes son aire y la otra mitad grasas y azúcares. Supongo que te habrá sorprendido, pero a los helados se les inyecta aire en forma de burbujas para darles volumen y cremosidad. Y este aire puede ser el 40%  de su contenido, pero  puede llegar hasta el  70 por cien. Por eso cuando se derriten se convierten en un caldo espumoso nada parecido al helado que unos minutos antes teníamos entre  manos…
Y pese a la cantidad de grasas que contienen, los menús para niños en verano siempre incluyen helados y a los adultos nos parece que son un postre nutritivo porque están hechos a base de leche y natas…

Es el momento de analizar los riesgos del consumo habitual  de helados, sobre todo los de procedencia industrial que son más ricos en grasa saturada. Tanto  en  su relación directa con el sobrepeso y la diabetes como con otros problemas asociados como el colesterol o la hipertrigliceridemia.

Un helado es un “postre congelado hecho de agua, leche, crema de leche u otros líquidos al que se puede añadir frutas, chocolate, galletas, frutos secos, yema de huevo y sustancias estabilizantes ” Y en este último capítulo de estabilizantes entra un buen listado de los aditivos que utiliza la industria del helado, frente a aquellos que se consideran artesanales  porque no añaden  saborizantes artificiales, colorantes ni conservantes para ser catalogados  como tales. Los artesanales tienen menos aire y un aspecto muy cremoso que se traduce, eso sí, en prácticamente la misma cantidad de calorías.

Porque, ¿Cuántas kilocalorías ingerimos cuando tomamos un helado? Se estima que unos cien gramos  (lo que sería media taza de helado)  equivale a unas 200 kilocalorías. Un poco más si se trata de sabores como el chocolate. Un helado de crema puede tener entre un 15 y un 35% de azúcares. Se suma la lactosa (o azúcar de la leche) con la sacarosa añadida para edulzar. Pero, además, la mayoría de los helados contiene  también glucosa, jarabe de glucosa y dectrosa.

Y si hablamos de los que se venden sin azúcares añadidos, en mi opinión son peores porque entramos en el terreno de los edulcorantes: maltitol, eritritol y  sucralosa, tal y como leo en las etiquetas de los helados a examen.

El frío disminuye la percepción de nuestra lengua para degustar los sabores,  por lo que la industria le añade más azúcar del que llevaría un postre no congelado para hacerlo más atractivo al paladar del consumidor.

Los aditivos se incorporan a los helados con tres objetivos: abaratar costes en la producción, conservar más tiempo el producto y mejorar su cata o  degustación
También los hay bio hechos con leche vegetal de arroz sin colorantes ni conservantes añadidos. ¿Pagaríais uno o dos euros más por tener estos helados en vuestra  nevera?


La salud alimentaria tiene un precio que la industria tiene que rentabilizar.  Ponedle precio a la vuestra y buscad un buen helado o hacedlos en casa.




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martes, 4 de febrero de 2014

Empeñados en bendecir los tòxicos


¿Por qué no nos dejan ser ecológicos?
 
Hay un empeño brutal por parte de bioquímicos, nutricionistas, investigadores e inquietos por salvarnos de la ignorancia y del miedo. Del miedo a los tóxicos y a los transgénicos. Pues sí, yo he de reconocer que soy de las que tienen miedo. Pánico a que no pueda elegir si en un futuro próximo me como una calabaza valenciana porque solo se produzca una única variedad nacional, europea, global y que ésta sea transgénica.  

Medio mundo está convencido de que el 25% de los españoles vivimos bajo la alarma de morir si consumimos alimentos de la agricultura convencional, mientras el otro medio nos entregamos a lo contrario. Los primeros quieren demostrar que manzanas, apio, pimientos y fresas cultivados por métodos modernos llegan a nuestra casa libres de residuos tóxicos, de pesticidas. Y si los contienen, estos son inofensivos, no nos producen ningún daño pese a que se acumulen en nuestro organismo año tras año y kilo tras kilo.

Que más quisieramos los que consumimos productos BIO que la totalidad de producción de la huerta fuera alimentos cien por limpios y no tener que pagar un tanto más extra por comida orgánica. Pero es cierto, no nos fiamos. Porque mientras un segmento de opinadores apuntan con sus datos que la química dosificada en frutas y verduras es una bendición, otro sector muestra estudios con el exceso de abonos nitrogenados que sufren los vegetales.

Y cómo estos pueden dejar síntomas de toxicidad en los consumidores: tos, irritación de ojos y piel, fiebre, dolor de cabeza, mareos, naúseas, vómitos. Y pasar a males mayores como transtornos hormonales y del sistema inmunitario y hasta crear problemas reproductivos como reducción de espermatozoides y esterilidad.

Y si no, que les pregunten a las personas con problemas de sensibilidad química y otras alergias cómo cambió sus vidas cuando pasaron de la alimentación convencional a la ecológica.

Hay quien quiere que nos tomemos esas manzanas que encabezan el listado de vegetales tóxicos que publica el Grupo de Desarrollo Ambiental de EEUU para alertar al consumidor, o que disfrutemos sin miedo de los huevos de clasificación 3 que proceden de gallinas que pasan toda su vida encerradas en jaulas del tamaño de un folio y se alimentan de piensos muy procesados. Y ¿por qué vamos a conformarnos con esto si hay una alternativa de cultivo y de producción que además es amable con el Planeta y no le origina nuevos impactos?

Quizás es el momento de que industria alimentaria, médicos, químicos, biólogos, nutricionistas, enfermeros y hasta farmaceúticos piensen solo en el beneficio colectivo de la salud como pensarían en cuidar a su hijo recién nacido. Con toda la responsabilidad y el afecto, aunando conocimientos, sin confrotaciones, ironías ni batallas
, pensado, por una vez, en el bien común, que es el bien de uno mismo.



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