Mercedes Morales contacto: merxemorales@hotmail.com

miércoles, 13 de agosto de 2014

Aditivos en los Helados


Posibles sustancias cancerígenas,  aditivos considerados “a evitar” y otros  ante los que tener precaución, entre los ingredientes de  los helados industriales que habitualmente  consumen las familias de cualquier parte del mundo. ¿Cómo encontrar un helado con todas las garantías?  ¿Buscar producciones artesanales o preferir los helados caseros?

Los helados no son tan inocentes como parecen, la mitad de sus ingredientes son aire y la otra mitad grasas y azúcares. Supongo que te habrá sorprendido, pero a los helados se les inyecta aire en forma de burbujas para darles volumen y cremosidad. Y este aire puede ser el 40%  de su contenido, pero  puede llegar hasta el  70 por cien. Por eso cuando se derriten se convierten en un caldo espumoso nada parecido al helado que unos minutos antes teníamos entre  manos…
Y pese a la cantidad de grasas que contienen, los menús para niños en verano siempre incluyen helados y a los adultos nos parece que son un postre nutritivo porque están hechos a base de leche y natas…

Es el momento de analizar los riesgos del consumo habitual  de helados, sobre todo los de procedencia industrial que son más ricos en grasa saturada. Tanto  en  su relación directa con el sobrepeso y la diabetes como con otros problemas asociados como el colesterol o la hipertrigliceridemia.

Un helado es un “postre congelado hecho de agua, leche, crema de leche u otros líquidos al que se puede añadir frutas, chocolate, galletas, frutos secos, yema de huevo y sustancias estabilizantes ” Y en este último capítulo de estabilizantes entra un buen listado de los aditivos que utiliza la industria del helado, frente a aquellos que se consideran artesanales  porque no añaden  saborizantes artificiales, colorantes ni conservantes para ser catalogados  como tales. Los artesanales tienen menos aire y un aspecto muy cremoso que se traduce, eso sí, en prácticamente la misma cantidad de calorías.

Porque, ¿Cuántas kilocalorías ingerimos cuando tomamos un helado? Se estima que unos cien gramos  (lo que sería media taza de helado)  equivale a unas 200 kilocalorías. Un poco más si se trata de sabores como el chocolate. Un helado de crema puede tener entre un 15 y un 35% de azúcares. Se suma la lactosa (o azúcar de la leche) con la sacarosa añadida para edulzar. Pero, además, la mayoría de los helados contiene  también glucosa, jarabe de glucosa y dectrosa.

Y si hablamos de los que se venden sin azúcares añadidos, en mi opinión son peores porque entramos en el terreno de los edulcorantes: maltitol, eritritol y  sucralosa, tal y como leo en las etiquetas de los helados a examen.

El frío disminuye la percepción de nuestra lengua para degustar los sabores,  por lo que la industria le añade más azúcar del que llevaría un postre no congelado para hacerlo más atractivo al paladar del consumidor.

Los aditivos se incorporan a los helados con tres objetivos: abaratar costes en la producción, conservar más tiempo el producto y mejorar su cata o  degustación
También los hay bio hechos con leche vegetal de arroz sin colorantes ni conservantes añadidos. ¿Pagaríais uno o dos euros más por tener estos helados en vuestra  nevera?


La salud alimentaria tiene un precio que la industria tiene que rentabilizar.  Ponedle precio a la vuestra y buscad un buen helado o hacedlos en casa.




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martes, 4 de febrero de 2014

Empeñados en bendecir los tòxicos


¿Por qué no nos dejan ser ecológicos?
 
Hay un empeño brutal por parte de bioquímicos, nutricionistas, investigadores e inquietos por salvarnos de la ignorancia y del miedo. Del miedo a los tóxicos y a los transgénicos. Pues sí, yo he de reconocer que soy de las que tienen miedo. Pánico a que no pueda elegir si en un futuro próximo me como una calabaza valenciana porque solo se produzca una única variedad nacional, europea, global y que ésta sea transgénica.  

Medio mundo está convencido de que el 25% de los españoles vivimos bajo la alarma de morir si consumimos alimentos de la agricultura convencional, mientras el otro medio nos entregamos a lo contrario. Los primeros quieren demostrar que manzanas, apio, pimientos y fresas cultivados por métodos modernos llegan a nuestra casa libres de residuos tóxicos, de pesticidas. Y si los contienen, estos son inofensivos, no nos producen ningún daño pese a que se acumulen en nuestro organismo año tras año y kilo tras kilo.

Que más quisieramos los que consumimos productos BIO que la totalidad de producción de la huerta fuera alimentos cien por limpios y no tener que pagar un tanto más extra por comida orgánica. Pero es cierto, no nos fiamos. Porque mientras un segmento de opinadores apuntan con sus datos que la química dosificada en frutas y verduras es una bendición, otro sector muestra estudios con el exceso de abonos nitrogenados que sufren los vegetales.

Y cómo estos pueden dejar síntomas de toxicidad en los consumidores: tos, irritación de ojos y piel, fiebre, dolor de cabeza, mareos, naúseas, vómitos. Y pasar a males mayores como transtornos hormonales y del sistema inmunitario y hasta crear problemas reproductivos como reducción de espermatozoides y esterilidad.

Y si no, que les pregunten a las personas con problemas de sensibilidad química y otras alergias cómo cambió sus vidas cuando pasaron de la alimentación convencional a la ecológica.

Hay quien quiere que nos tomemos esas manzanas que encabezan el listado de vegetales tóxicos que publica el Grupo de Desarrollo Ambiental de EEUU para alertar al consumidor, o que disfrutemos sin miedo de los huevos de clasificación 3 que proceden de gallinas que pasan toda su vida encerradas en jaulas del tamaño de un folio y se alimentan de piensos muy procesados. Y ¿por qué vamos a conformarnos con esto si hay una alternativa de cultivo y de producción que además es amable con el Planeta y no le origina nuevos impactos?

Quizás es el momento de que industria alimentaria, médicos, químicos, biólogos, nutricionistas, enfermeros y hasta farmaceúticos piensen solo en el beneficio colectivo de la salud como pensarían en cuidar a su hijo recién nacido. Con toda la responsabilidad y el afecto, aunando conocimientos, sin confrotaciones, ironías ni batallas
, pensado, por una vez, en el bien común, que es el bien de uno mismo.



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martes, 17 de diciembre de 2013

Invierno: tiempo de nutrir riñones y aparato reproductor


Aún no ha comenzado el invierno, pero la mitad norte del país ya ha recibido las primeras nieves y hielo sobre las cosechas. Mirando estos paisajes blancos y con el frío colándose en las áreas próximas al mar, ¿os apetece tomar ahora un helado?. Sería un total desequilibrio que mientras el cuerpo intenta ajustarse con la Naturaleza y su bajada de temperaturas, tomáramos de postre unas bolitas heladas de chocolate o un granizado de frutas a media tarde… Pero lo hacemos inconscientemente con otros alimentos y comidas. Elegimos productos que nos enfrían, nos descargan los riñones y nos dejan poco predispuestos a activar nuestra energía. Y entre estas elecciones están las ensaladas que mucha gente sigue tomando como primer plato y que numerosos restaurantes ofrecen en sus cartas estos meses. ¿No será mejor cambiarlas por una sopa o una crema?.
Algo tan sencillo y de tanta lógica cuesta de incorporar a los hábitos y es básico para una regulación de la temperatura. Es el momento de comidas más condimentadas, cocinadas con más sal. El uso del fuego, los condimentos, la presión y el tiempo cambian la energía de los alimentos y modifican la forma en que afectan a nuestro cuerpo, pero también a nuestras emociones. Por eso, tan importante es conocer los alimentos de temporada como la forma en que hemos de cocinarlos. Desde que comenzó diciembre, lo recomendable es haber llevado a la mesa buenos platos de cereales con legumbres, pastas y cremas que nos den calor interno. Esta temperatura fortalecerá nuestros riñones y nuestro metabolismo funcionará mejor. El Ki de las 9 Estrellas marca que es el tiempo de Agua en la energía de las cinco transformaciones. Para nutrir el elemento Agua (riñones y sistema reproductor) hemos de cocinar legumbres azukis , arroz dulce (o glutinoso), trigo sarraceno y hortalizas de raíz.
Hay numerosas recetas para combinar estos productos con fuego, tiempo y sal….Entre ellas, una buena cazuela de trigo sarraceno con puerros y alcachofas, estofado de azukis con arroz, tempura de algas, caldereta de guisantes con cebolla y chirivía y postres dulces como el puding de arroz glutinoso con azukis. Y como en invierno se pasa más tiempo en casa, vais a tener tiempo de poner en práctica muchas más recetas. Incluso de introducir recetas equilibradas en las excesivas comidas de las fiestas que cada año nos ponen en guerra con las báscula. Animaos y haced de la vuestra, este año, una Navidad Bio.




 

                                                        Trigo Sarraceno

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